Viajes de vida

A veces me toca volver del trabajo en colectivo...de vez en cuando me aburro, a veces pienso en lo que me sucedió en el día, otras imagino el fin de semana, pero tarde o temprano caigo en el mismo vicio de siempre. Es irremediable; trato de evitarlo pero inconscientemente me encuentro haciéndolo. Luego de algunos minutos de viaje comienzo a mirar a los que viajan conmigo e imagino sus vidas. Imagino su pasado...su futuro, porque es feliz, que le preocupa. Termino descubriendo en mi mente lo más profundo de su ser.

Y así en ese juego perverso de prejuzgamientos creo descubrir en miradas, gestos, sonrisas y cabeceos toda una vida...

El viernes viajé con una madre que llevaba a sus dos hijitos y sus sobrinos a su casa. El niño no tenia más de 6 años y fue el primero en llamarme la atención: era impulsivo y autoritario, planeaba con su hermana como dividirian la noche para jugar con sus primos. El proponía y se imponía. repartió los tiempos y las zonas de juego; explicó porques y comos...se defendió y terminó ofendido mirando perdido por la ventanilla la calle que cruzaba el puente cuando su madre callo su lógica desatadora. Su hermana tenia grandes anteojos y parecía un poco menor que el. Sin tanta brillantes, se debatía cuidando los intereses de su prima y su derecho a mirar la tele a partir de las 10. Su madre cansada mi miró y esbozó una pequeña sonrisa luego de la cual se mordió los dientes casi excusándose por la abrumadora pelea de sus hijos...no estaba cansada mas bien se sentía resignada a su suerte en la vida. Casi cumpliendo un deber que la vida le había adosado sin hacer demasiadas preguntas. Uno de sus hijos será abogado creo...la niña aprenderá a subsistir sin demasiadas pretensiones pero siempre defendiendo su derecho a ser feliz.

Mas atrás una chica dormía profundamente...venia del trabajo. Sus manos entrelazadas sostenian un celular. Estoy seguro que estaba enamorada. Que dormida, aun esperaba un mensaje de su novio...que ni siquiera el cansancio podía despegarla de la esperanza del llamado. Ella debía esperar...como lo había hecho y lo seguiría haciendo...vivía para amar y no le interesaba mucho más que ese sentimiento de ser amada. Unas paradas después se despertó sobresaltada, pidió permisos y se bajó sin llamar demasiado la atención del colectivo.

Dos novios se besan en el fondo del colectivo...no han conseguido asiento, pero no les preocupa demasiado. Están perdidos en su mundo. Se acarician, se susurran cosas al oído y vuelven al ritual de los besos. chocan y estorban a los que quieren bajar. Muchos los miran mal. Ellos no se dan cuenta de nada. La chica parece aun mas ingenua que el, más enamorada...entregada totalmente a un amor que cree que será eterno...tarde o temprano aprenderá que no todo es lo que parece y que muchas veces amar demasiado puede dolor con la misma intensidad...

A veces bajan ellos antes que yo. Otras veces soy yo quien abandona el viaje antes. Por momentos siento que soy parte de su vida. Sin embargo cuando bajo los escalones del colectivo entiendo que no se nada de ellos y que solo veo miradas, gestos y hechos aislados. Un esfimero reflejo de sus vidas. Otras veces me pregunto si este vicio no será demasiado recurrente y lo practique no solo en los tramos de vuelta hacia casa...

¿No será que siempre tratamos de juzgar y entender la vida, los porque y las intenciones de las personas solo conociendo una parte terriblemente ínfima de ellos?